Ramiro Quijano se fue sonriente igual que sus compañeros. Pero por dentro se habrá requintado la vida. El delantero de Sport Victoria se perdió como siete goles que de haberlos marcado hubiera evitado el innecesario sufrimiento de su equipo hasta antes del final.
Su rival, Los Pumas, lo contrapesaba hasta que Jerónimo fue expulsado por agresión a los 28 del primer tiempo. Entonces, el partido cambió y los de Calavera dos minutos después pusieron el 1-0 a través de Quijano, movedizo y perseverante.
Para el segundo tiempo, Los Pumas justificaron su nombre y a punta de garra dominaron el primer cuarto de hora, con claras ocasiones de gol.
Y luego vendría el concierto de Quijano. Una y otra vez, y lo más curioso, con jugadas similares, se fallaba goles. Llegaba por la diagonal y cuando quedaba él y el arquero, erraba. Santillán y el ingresado Eric Vargas eran una máquina de pases y habilitaciones para el ariete victoriano, que finalmente, a los 35, capitalizó para sentar el 2-0 en mano a mano.
Mientras Los Pumas, que pudo haber empatado antes, consiguió el descuento a los 40 mediante Jesús Terreros.
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